PARÍS Y YO
París es un hito importantísimo y maravilloso en mi vida y, en especial, en mi carrera como dibujante erótica. Tuve la oportunidad de trabajar como arquitecta durante un par de años y luego estuve un año casi vagando, dando vueltas por allí para intentar saber lo que yo quería hacer, a que me quería dedicar pues en la arquitectura no encontraba la canalización de mi creatividad, de mi pasión, de mi fuego interno. Así, comencé a hacer cosas que hacía de pequeña y que ya casi estaban olvidadas. Hice muñecas de platina y dibujé. Por cierto, de niña, no realizaba dibujos eróticos… ( aunque, mientras trabajaba mi tesis de grado, ya grande, había hecho tres dibujos eróticos que luego perdí…). Y, en esta situación en la que me hallaba, en la cual mi única responsabilidad era encontrarme a mí misma, allí fue que empezaron a fluir de mi imaginación y de mis manos los dibujos eróticos en los que mi medio de trabajo era (y es) tinta china sobre papel. ¿Muy difícil? No para mí quien durante muchísimos años he trabajado con este material, de una manera muy exquisita, con sumo cuidado y responsablemente (es decir, haciendo planos de arquitectura).
Una tarde mientras yo deambulaba por París, me llamó la atención el ingreso
de un nido para niños pequeños-una escuela maternal: una gigantesca vulva era
este ingreso. Los niñitos regresaban al origen: atravesaban la vagina de su
madre en un sentido figurativo. Fue algo sorprendente. Esta entrada la diseñó
Niki de Saint Phalle, artista plástica.
Un par de prostitutas de Saint Denis me insultaron cuando caminaba por esta
calle con un amigo francés. Yo hice de cuenta que no comprendía lo que me gritaban. En el
Bois de Boulogne habían travestidos y prostitutas que trabajaban en pleno
invierno cubiertos con abrigos de piel y desnudos bajo estos abrigos.
Antes de viajar a París alguien me prestó un libro de arte erótico griego de
la antigüedad. En el habían fotos de
gigantescas esculturas fálicas. Este libro me llamó mucho la atención y
me quede pensando en lo que había visto.
A mi regreso otra persona me mostró el libro de la gran exposición
erótica que se realizó en Suecia de Phyllis y Kronhausen. También me impresionó esto.
Desde niña tenía mucha curiosidad por el tema sexual. Aparte del impulso
que quizá pueda tener todo niño de saber acerca del sexo, mi curiosidad estaba
exacerbada por las fotografías de los diarios –publicidad de las películas que
daban en los cines-en las cuales había parejas heterosexuales que estaban
desnudas o semidesnudas besándose. En estas fotos las partes “pudendas” de los
personajes que se amaban estaban cubiertas con rectángulos negros. Esto
constituía lo máximo de la excitación: el fantasear lo que pasaba allí, bajo esta “tapadura”.
Intuía que algo muy intenso ocurría debajo de esta negrura. O sea,
no era tan efectiva esta censura: se conseguía lo que más se quería evitar…Era
la censura moral imperante en esa época- censura que aún subsiste en nuestro
medio a pesar de un clima de apertura que se publicita.
Mi tío Luis Mazzini Lanata hermano de mi madre era artista plástico. Esta
profesión no era bien vista por mi
familia (y creo que por muchas personas). Su influencia pienso que fue decisiva
para que yo me dedicara a las artes plásticas y a escribir muchos años después.
En una carta que él le escribió a mi madre cuando yo era pequeña le decía
que yo era muy parecida a él.
Desde niña me apasionaba dibujar y yo
tenía prácticamente prohibido hacerlo (a menos que fueran tareas del colegio) y
esto me resultó doloroso. Es por esto que París
constituye algo así como una segunda oportunidad para mí: La de estar
libre para cumplir con mi propio destino.
Eleonora Patiño (Isabella Fendi), Mayo del 2012
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