BLOG DE ARTE Y OTRAS COSAS/ Auspiciado por ART and Space Keik Sosaieti/ Colaboradores: Gatías Michenzo Popus, Roco Au Noir, Daphne, Isabella Fendi (Eleonora Patiño), Carlota Lilith y Paul La Farce./No tiene corrector de estilo./ Nadie se hace responsable por el contenido ni por la forma de este blog.

sábado, 12 de julio de 2014

CRITICA A LA SINRAZON IMPURA




Por el crítico persa Gatías Michenzo Popus (a) Popi desde Lima, Perú

Había un tal Can que escribió una cosa parecida en otro siglo.
Pero yo voy a derivar el asunto al mundillo que, según dicen, rodea actualmente a las artes plásticas en este medio en el que me hallo.

Mientras descanso en la ventana o sobre una silla, mientras rasguño y deterioro el único y ya desvencijado sofá del bien petit chateau en donde habito, me la paso pensando, elucubrando, divagando y reflexionando acerca de la fugaz vida humana y de sus manifestaciones que quizá en otros siglos podrían haber sido las más sublimes (me refiero al arte), si mal no recuerdo, ya que yo he vivido varias de las vidas de las siete que me han sido otorgadas-ya sea con reencarnación o sin ella.

El siglo XX ya era un cambalache (“lo mismo un burro que un gran profesor” decía Carlitos). Y – a diferencia de otros siglos anteriores- dicen que en la actualidad hay fábricas de profesionales con título a nombre de la nación, a nombre de Azangarón, sin título a nombre de alguien, los que lo son por trayectoria, los que lo son por experiencia, los que lo son por relaciones amicales (y de otros tipos), los que pasan los cursos aprovechando los remates de notas y hasta los que lo son por tener plata. Dentro de estos profesionales que menciono estarían los artistas y también los arquitectos, así, como pudieran haber médicos (los cuales, felizmente, para su propia ventura, entierrarían sus errores) y hasta abogados o notarios. Posiblemente usted estimado lector conozca algún caso…

Así como también dicen que hay clínicas no autorizadas que hacen bondadosos y desinteresados trasplantes de órganos humanos a personas de escasos recursos económicos (la verdad, nunca me imaginé que esto pudiera suceder…)
Para mi suerte y la de otros críticos (como el ahora afamado Dr. Roco Au Noir, quien como todos sabemos, compró su título en Azángaro por veinte nuevos soles) o ex críticos, aun no se han difundido los trasplantes de órganos a gatos o a otros animales a menos que sean ratas o conejillos de Indias (aunque a veces vemos en la tele noticias acerca de que roban canes para desarmarlos y estudiarlos profundamente). De todas formas debo estar alerta, ya que mi pequeño cerebro es privilegiado y, la verdad, no sé qué haría sin él. Sería una bestia más como cualquier otra de esas que andan por allí circulando, porque a mí no me van a venir con el cuento de que sin cerebro no se puede vivir… O sea, yo quisiera mantener mi cerebro dentro de mi cuerpo más que todo por cultura general.

Bueno, ya me perdí en la retórica de mis propias palabras. Intentaré retomar el hilo conductor del tema filosófico propuesto.

Me pregunto cuales son las razones que desembocan en una sinrazón en la raza humana. Lo de aparentar, por ejemplo ¿lo hacen a propósito? ¿Por qué deben tener títulos verídicos o falsos? ¿Qué los lleva a vivir engañándose entre sí?
En fin, centrémonos en el tema propuesto.

Como ustedes comprenderán, aunque soy de demasiado baja estatura (30 cm de altura) llego a ingresar sigilosamente a las galerías en circunstancias que inauguran exposiciones sin que nadie me pise y como soy cuidadoso no boto a nadie al piso. No soy ni invitado ni bienvenido (y nadie me ve), pero allí estoy sin falta, sin vergüenza, con dudas y en medio de murmuraciones de carácter social y acerca del artista plástico y su obra. Cumplo con mi deber de crítico aunque el clima sea inclemente.
Me parece que algunos artistas plásticos que inauguran se comportan en la inauguración de manera indiferente con personas que ellos mismos tratan como amigos en otras ocasiones. Pienso que quizá estén más que todo ocupados en comportarse amorosamente solo con clientes o posibles clientes y no perder tiempo con los amigos. Esto, según mi criterio felino me indicaría, dichos artistas podrían estar muy necesitados de dinero o con deudas, aunque ellos aseveren que viven “muy bien” y que “la han sabido hacer”, no lo sé.
También me han referido que habría un grupete que acude constantemente a estas inauguraciones y se dedican a la “chupeta brava tipo náufrago” y a comer ferozmente con ambas manos (en el caso que hubiese bocaditos) y de paso, de vez en cuando, algunos de ellos ya ebrios molestan a las damas invitadas.
Otra cosa rara que dicen es que en este tipo de eventos hay algunos individuos que saludan atentamente a otros en una oportunidad y las dos o tres siguientes hacen como que no los conocen. Dícese que esta conducta es considerada muy en boga, “chic”, “in”, de buen gusto y es lo que se estila en la actualidad. Tomen nota los lectores, por si acaso.

Y aquí termino esta divagación porque me ha dado un sueño…

1 comentario:

Anahí Vásquez-de-Velasco Z. dijo...

De acuerdo con la existencia de artistas raros, con alardes y alharacas, con título verdadero, falso y sin título. Es la primera vez que leo un artículo con humor sobre los incontables poseritos.

Pero es quel mundo necesita de tantos componentes que hay que entender, ni modo (pero cuesta)... Los rompe brindis abundan. Van a una inauguración y ni bola le dan a la muestra... ni conocen al autor o autores de las obras... ¡Qué bueno que normalmente no ponen bocaditos en estos eventos! Y están los artistas "qué locazo que soy, uf me muero... ¡aaah!¡vinieron de canal N!" jajaja

Ojalá que otros artistas que conozcas o que veas, sean francos y que si pasan por alto a alguien, sea por la predecible y natural distracción del artista en general :) (¡¡¡Aunque algunos aprovechan esa cualidad y se hacen los locos!!! "Ay, me pierdo en mi fama"... jajaja)

Lo bueno es que hay artistas lindos y reales, que he ido conociendo y con los que se puede contar para conversar o para proyectar algo o para hacer causa común en caso de necesidad y solidaridad. De esos también conozco bastantes por suerte.

¡Sigue filosofando, michi!